El cuento de Granotierra y Terroncillo es un legado de bioingeniería y cuidado del medioambiente para las nuevas generaciones.
El suelo, ese complejo entramado que soporta la vida en nuestro planeta, y el agua, arteria vital que irriga cada rincón del paisaje, constituyen la esencia misma del desarrollo sostenible.
En la labor de la bioingeniería del paisaje, comprender y actuar sobre la dinámica de estos elementos es crucial para garantizar la salud de nuestros ecosistemas, desde las zonas de cultivo hasta los espacios naturales más salvajes. En Campotéjar, localidad granadina de marcada vocación olivarera, la interacción entre suelo, agua y actividad humana se convierte en un paradigma de la necesidad de enfoques integrales.
En sintonía con la celebración y trascendencia del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra cada día 5 de junio, en esta ocasión, la Escuela de Campotéjar ha iniciado un proyecto educativo que se tiene previsto realizar a lo largo del año, que conecta directamente con los principios de la bioingeniería y la restauración del paisaje. Junto a ella, Objetivo Erosionzero, empresa pionera en el control de la erosión y la recuperación de espacios degradados, promueve una jornada de concienciación dirigida a la infancia local, sentando las bases para una comprensión temprana de la resiliencia del terreno.
La jornada estará guiada por Valentín Contreras Medrano, exdirector Técnico de Objetivo Erosionzero, quien, ante un auditorio de niños y niñas de 7 a 13 años, desgranará el relato de «La vida de Granotierra y Terroncillo«. Este cuento, presentado con el apoyo de una didáctica exposición en Power Point, trasciende la mera narración para convertirse en una poderosa metáfora de la degradación y la recuperación del suelo, enlazando directamente con las experiencias vividas en el propio Campotéjar (Granada – España).
Granotierra y las consecuencias de la erosión.
La historia de Granotierra, arrastrado por las aguas de escorrentía en laderas desprotegidas, pone de manifiesto las consecuencias dramáticas de la erosión.
El roce constante (abrasión) que lo reduce a pequeños sólidos en suspensión, su viaje turbulento entre escombros y basuras, y la contaminación con aceites y químicos en su camino, reflejan de forma impactante la pérdida de tierra fértil y la alteración del ciclo hidrológico.
La alusión a los desbordamientos que asolaron Campotéjar tras una DANA, impactando infraestructuras y poniendo en jaque la residencia local, subraya la imperiosa necesidad de soluciones basadas en la naturaleza para mitigar estos riesgos.
Granotierra simboliza el coste ambiental y económico de la inacción: la pérdida de producción agrícola, la degradación de hábitats naturales, la disminución de la calidad del agua y el aumento del gasto público en mantenimiento y reparación.
Terroncillo es una lección viviente de bioingeniería.
En contraste, la odisea de Terroncillo se convierte en una lección viviente de bioingeniería. Al discurrir por un arroyo que, a pesar de sus flujos intermitentes, conserva su vegetación de ribera, Terroncillo encuentra refugio y oportunidades para la recarga de acuíferos y la fertilización del terreno.
Su viaje, que culmina en una llanura de cultivo donde germina un majestuoso vergel, ilustra cómo la presencia de cubierta vegetal y una gestión responsable del paisaje permiten mantener la fertilidad del suelo, preservar el entorno natural y sus hábitats, mejorar la calidad y recarga del agua, y activar la lucha contra la desertificación.
Terroncillo es la encarnación de un suelo vivo, un suelo que no solo no genera problemas, sino que promueve la vida y la prosperidad, incluso en un contexto agrícola como el olivar de Campotéjar.
La participación activa de los escolares.
La jornada formativa no solo se limita al relato. Se incentiva la participación activa de los escolares, quienes responden a conceptos fundamentales extraídos del cuento, fomentando así una comprensión práctica de la bioingeniería del suelo.
Es probable que se complemente con una práctica de campo en las inmediaciones, permitiendo a los niños observar in situ los efectos devastadores de la ausencia de cubierta vegetal y la consiguiente erosión.
Objetivo Erosionzero reafirma, con iniciativas como esta, su compromiso no solo con la aplicación de soluciones de bioingeniería y restauración del paisaje, sino también con la divulgación y educación de las nuevas generaciones.
Al dotar a los más jóvenes de herramientas para comprender la compleja relación entre el suelo, el agua y el ser humano, se está construyendo un futuro más resiliente y sostenible. Por todo ello, el cuento de Granotierra y Terroncillo no es solo una fábula; es una hoja de ruta para «actuar localmente y pensar globalmente», asegurando que las futuras generaciones sean embajadores de la conservación del suelo y del planeta.